CINE EN LA CASA MUNICIPAL DE CULTURA DE MIRANDA DE EBRO (BURGOS). JUEVES SEÑALADOS, EN SESIONES DE 18:00 y 20:30.
ORGANIZA LA ASOCIACIÓN CULTURAL OTROSOJOS EN COLABORACIÓN CON EL AYUNTAMIENTO DE MIRANDA DE EBRO

Jueves 8 de Marzo: NADER Y SIMIN, UNA SEPARACIÓN

El próximo jueves, 8 de marzo, proyectamos en la Casa Municipal de Cultura “Nader y Simin. Una separación”, del director iraní Asghar Farhadi, recientemente galardonada con el Oscar a la Mejor Película Extranjera. Como siempre, en sesiones de 6 y 8´30 de la tarde, con la localidad a 3´50 euros.



    Adjuntamos la sinopsis de la película facilitada por la distribuidora, el comentario de Alfredo Mozas García que editaremos como ficha, y una reproducción del cartel.
Un abrazo, y hasta el jueves. Asociación Otrosojos



Jueves 8 de Marzo
NADER Y SIMIN, UNA SEPARACIÓN

Dirección: Asghar Farhadi
Guión: Asghar Farhadi
Interpretes:Peyman Moaadi, Leila Hatami, Shahab Hosseini, Sareh Bayat, Sarina Farhadi


Irán, 2011 - 123 min.
Mayores de 7 años






SINOPSIS

Cuando su esposa le deja, Nader contrata a una joven para que cuide de su padre enfermo. Pero no sabe que la mujer no sólo está embarazada, sino que trabaja sin el consentimiento de su perturbado marido. Nader no tarda en encontrarse en medio de una maraña de mentiras, manipulaciones y enfrentamientos.


  


 ¿Y dónde están los abogados?



Quizás sea la primera vez que Con otros ojos programa una película que yo haya propuesto y que sea tan unánimemente aclamada como una obra maestra. ¿Y por qué? (Por qué es una obra maestra, quiero decir, no por qué es ésta la primera vez) Pues no lo sé. No tengo ni idea, de verdad. He rastreado internet para ver qué han visto los demás que, como yo, opinan que esta película es una maravilla y me he quedado igual que estaba. Que si guión sin fisuras, que si diálogos espléndidamente dosificados, que si encuadres siempre perfectos, que si giros argumentales y tierno humanismo… O sea, nada; todo palabrería sin mucho fuste para rellenar una columna diaria (o semanal, a saber) y justificar el salario. Así que no me queda más remedio que agarrar al toro por los cuernos y encontrar yo mismo una explicación. A ver qué sale.
En primer lugar les diré que la película que van a ver trata de dos procesos judiciales en Irán, uno de divorcio y otro de maltrato. Y dirán ustedes, pues ¡vaya cosa!; otra peliculucha de jueces, abogados y alegatos sesgados con moralina. Pues no. Quizás no lo crean, pero ni un abogado aparece en la pantalla en todo el rato que dura la película. Jueces, sí, al menos uno que yo recuerde, pero desnudo del boato y la rimbombancia con la que aparecen siempre en otras cintas. ¿Cómo explicarles que es esto lo que me cautivó? La película es una diatriba sobre lo justo e injusto, sobre la corrección formal de evitar el pecado y la justificación moral de la mentira. Es cierto que asistimos a dos juicios, pero la película se centra en el posicionamiento de las personas ante los hechos, fortuitos o no, que van ocurriendo. No hay malos ni culpables en esta película. Y no es peor el marido indignado tras ver cómo su mujer pierde un hijo al caer por las escaleras, que el marido educado, sensato, que se sacrifica por su padre y por su hija, y que huye de la fatalidad sin evitar que ésta le alcance. La película entra en el dilema moral de si se debe o no mentir cuando la realidad perjudica, no ya los propios intereses, si no los de las personas que queremos. Es más, habla de la zozobra ante la duda sobre la veracidad del testimonio de las personas a las que queremos. Y tener que responder frente a un juez, con trece años quizás, ¿a quién quieres más, a tu padre o a tu madre? Saber que si respondes que tu padre mintió, irá a la cárcel, pero que se librará de ella si mientes tú cuando te pregunte el juez. Y en todo este proceso, ni un abogado, ¡en serio!
Y además, vislumbrar entre secuencia y secuencia un país moderno, bien organizado, dotado de valores morales propios bien implantados en la sociedad, habitado por personas bellas, hombres y mujeres que padecen conflictos parecidos a los nuestros, el desamor en el matrimonio, los ancianos desvalidos, los hijos que sufren los divorcios de los padres. Todo tan diferente de la idea que todos tenemos de Irán. La mujer iraní surge entre las imágenes quizás supeditada al marido, aunque no tanto como se piensa, o tal vez, mucho más que al marido, a la religión y a las costumbres, de una manera no tan diferente a lo que ocurre aquí. Y la niña, Termeh, la actriz y el personaje, tan sublimes ambas se mire como se mire.
Seguro que entre los más cinéfilos hay consenso en que los diálogos están bien construidos, que el encuadre y la banda sonora, la fotografía y el guión, los actores y los premios logrados, el director y su filmografía. Seguro, no me cabe duda. Lo de los abogados, que no sale ninguno en la película, es una broma, pero también una manera de decir que es precisamente eso, lo que no es cinematografía pura y dura, la sencillez de la historia, lo que más me gustó cuando vi esta película.

Alfredo Mozas García






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