CINE EN LA CASA MUNICIPAL DE CULTURA DE MIRANDA DE EBRO (BURGOS). JUEVES SEÑALADOS, EN SESIONES DE 18:00 y 20:30.
ORGANIZA LA ASOCIACIÓN CULTURAL OTROSOJOS EN COLABORACIÓN CON EL AYUNTAMIENTO DE MIRANDA DE EBRO

Jueves 24 de Noviembre: INCENDIES



El próximo jueves, 24 de noviembre, proyectamos “Incendies”, de Denis Villeneuve, ganadora de los Premios del Público y al Mejor Guión en la “Seminci” 2011 de Valladolid, y Premio a la Mejor Película Canadiense en el Festival Internacional de Toronto. Como siempre, en la Casa de Cultura, a las 6 y a las 8´30 de la tarde, con la localidad a 3,50 euros.
Os remitimos su sinopsis, facilitada por la distribuidora, el comentario de Alfredo Mozas García que editaremos como ficha y una reproducción del cartel.
 
Un abrazo, ¡y hasta el jueves!.Asociación Otrosojos.



Dirección:     Denis Villeneuve
Guión:          Valérie Beaugrand-Champagne, Denis Villeneuve
Interpretes:  Lubna Azabal, Mélissa Désormeaux-Poulin
 
Canadá, 2011 - 130 min.
Mayores de 12 años 







SINOPSIS

Jeanne y Simon Marwan son dos gemelos cuya madre, que lleva mucho tiempo sin hablar, está a punto de morir. Pero, antes del fatal desenlace, les da dos cartas que deben ser entregadas a un padre al que creían muerto y a un hermano cuya existencia desconocían. Ambos emprenderán un viaje al Líbano para localizarlos y encontrar respuestas a su existencia.



Los tres puntitos suspensivos que dejan sin habla

¿Qué se necesita para que una persona deje de hablar para siempre? ¿Saber que se cierra el círculo?, ¿acertar a ver que para la vida siempre es posible una vuelta de tuerca más, por difícil que parezca?, ¿sospechar que, a estas alturas, cualquier cosa que se diga está de más?, ¿comprender, quizás, que no se comprende nada?, ¿buscar tiempo, acaso, para poder perdonar lo imperdonable? ¿Y cuántas veces nos ha pasado que nos hemos cruzado por la calle con alguien que no queríamos ver y que nunca pensábamos que nos encontraríamos? Una novia a la que dejamos, o que nos dejó, y que vivía en la Patagonia; un compañero de un curro antiguo en una ciudad desaparecida a quien le debíamos dinero; un amigo de cuando niños que nos vendió por un chupa-chups y tres canicas brillantes. ¿Y cuántas veces, cuando hemos logrado encontrar lo que buscábamos, o bien no lo reconocimos cuando lo tuvimos delante, o bien maldijimos la hora en que deseamos encontrarlo con tanto ahínco a la vista de lo que realmente significó toparse con ello? Todo eso está en Incendies: buscar al hijo arrebatado, encontrarlo quizás cuando ya no se busca y seguir buscando; buscar tanto, que no alcanza con una vida y se necesita la vida de los que nos siguen.

Antes que nada diré que Incendies es una película que está basada en una obra de teatro de un escritor canadiense de origen libanés (o libanés que reside en Canadá, que viene a ser otra manera de decir lo mismo) llamado Wajdi Mouawad. Y creo que eso se nota en la pantalla. En principio, y si nos preguntaran a cualquiera, seguro que todos diríamos que el cine tiene muchos más recursos narrativos que el teatro para contar una historia. Y no obstante, Incendies, vista como película de cine, parece demostrar lo contrario. Al salir de la sala, se tiene una sensación incómoda que no se sabe si proviene de la historia bestial que se acaba de ver, o de la sucesión de imágenes implacables, el montaje frío de las secuencias y la trama que puede parecer forzada para que el final termine coincidiendo con el principio. A lo mejor, por eso no se menciona el nombre del país al que acuden los gemelos, fomentando una ambigüedad poco corriente en el cine. Y que conste: eso no desmerece a la película. Acaso, no más, una historia así necesite de las tres dimensiones de un escenario, y la presencia en carne y hueso de los actores.
Y es que la historia, o las historias, que se cuentan en Incendies son como maremotos enormes que inundan la conciencia sin que haya dique capaz de contenerlos. La fatalidad de las tradiciones, que requieren un matrimonio antes del embarazo; la brutalidad de la guerra, que transforma a inocentes en fieras salvajes, a víctimas en verdugos; lo absurdo de las religiones, que no distinguen entre buenos y malos, sino entre creyentes y no creyentes; lo implacable de la memoria, incluso de la olvidada, que convierte lo pasado en futuro para que acabemos tropezando con lo que ya ocurrió en algún momento de nuestras vidas; todo confabula en Incendies para crear una historia que sobrecoge.
Y luego, claro, está la fotografía, cruda, recuerdo, en alguna escena irrepetible; la música, ésta no la recuerdo; la interpretación, magistral, dicen, de Lubna Azabal, en su papel protagonista haciendo de Nawal Marwan, aunque demasiado fría para mi gusto; el montaje, al servicio de la historia, y tantas otras cosas de las que se habla cuando no se tiene de qué hablar.
Para qué seguir pues, si lo que de verdad importa viene cuando apagan las luces.

Alfredo Mozas García


 

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